Estoy aquí tumbada con mi portátil chiquitito encima, intentando empezar a contar mis experiencias con esta bellísima danza. Todos estaréis pensando, córcholis, empieza por el principio como hace todo el mundo, no? (vale, lo de córcholis ya sé que eso no es la palabra más apropiada que soltáis, pero si me leen niños no quiero que me acusen de enseñarles palabras soeces, sólo me faltaba que me llegaran multas o actos judiciales, oooiiinnnch), pero después del lunes de hace dos semanas, me apetece comenzar contando ese día…
Es cierto que lo primero que me dicen los médicos es un NO, grande, rotundo y existencial para o hacer nada. Pero claro, yo es que soy como las niñas chiquitas, qué si me dicen que no a algo, allí que me tiro yo de cabeza a hacer todo lo contrario. Así que me apunté a clases de danza oriental hace una año y medio!!! Y aunque a trancas y barrancas, faltando algunos lunes, estoy en Avanzado I. No es que baile espectacular, nooooo, pero consigo plantarle cara a mi cuerpo, y decirle aquí estoy yo!!!
Todos los lunes me levanto (hasta la 13:30 no empiezan los días para mí en otoño-invierno, vamos, que no soy persona antes de esa hora), con las palabras “No voy” en la boca y luego el pensamiento zumbando como una mosca cojonera (ops, taco, perdón) con el “Voy – no voy, voy – no voy”. Es que pienso en pintarme, peinarme, vestirme, bajar los 4 pisos de escalera, llegar a la parada del bus, subir a este 45 minutos, baja, sube un poco de calle, entra en la academia, cámbiate el top, ponte el pañuelo, baila una hora más o menos con tute incorporado, suda, cámbiate de nuevo, vuelve a la parada, 45 minutos de vuelta y las malditas escaleras de subida con más dolores de lo normal y cansancio, uuuaaaaah!!! Me estreso antes de tiempo y me entra la fatiguita… pero lo peor de todo esto es que me ahogo durante 2 horas y media o más con mis pensamietos, y a las 16h, automáticamente la mayoría de los lunes, estoy ejecutando toda esa lista en el mismo orden, con la misma conversación de machaqueo entre mi cabeza y yo. Alguien sabe de algún tapón para ponerlo en mi cerebro y que guarde silencio cuando debe, a ver si así aprende y me deja tranquila!!!!
Una vez conseguido la mitad de todo esto, o sea, estoy en la academia, aquel lunes me dio por volver a preguntarle a Jelila como era el shimy brasileño (si, si, existe uno que se llama así), que di clases con ella y se me había olvidado; eso sí, yo ya le había dicho que no lo había hecho antes. Una de mis compis se quedó a cuadros porque tampoco sabía cual era ese shimy (veeeees, no era la única que andaba perdida, ainnssss, que tengo pérdidas de memoria, pero tantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas). Aunque me podría haber mordido la lengua, esta compi, al abrir la puerta nuestra profe Munique, le soltó lo del shimy brasileño y ella dijo que si que se había practicado (un lunes de los que no había ido, cómo no!!!) y allí que se puso ella, después de los estiramientos y un poco de clase, con ese pedazo de turbo de shimy brasileño, y encima con 3 marchas (ni que fuera un coche)…
Golpe de caderas para un lado y otro, levantando un poquito los pies alternados a cada golpe. En primera marcha, plana, de narices, el segundo más rápido como que el cuerpo ya empieza a decir que no, y bueno, en tercera y en puntas, juuuuuurrrrrrrrrrr, non capisque nienteeeee!! Qué dolor en las plantas de los pies, los dedos estaban contracturados, el corazón a toda castaña con pinchazos. Desplaza para un lado, ahora para otro, de espaldas con el culete todo mono, y mis pies que noooooooooooooooo. Dolor, dolor, dolor dolor, ticoticotico, hala a ritmo batucada, toma ya!!! Vamos juntos a una, en primera de nuevo (yuuuhuuuu) en segunda (uy uy uyyyy) hala venga de nuevo la tercera (noooooooo) Que chorretones de calor por la frente y el cuerpo, arf arf
Acto seguido, sin recuperar aire en mis pulmones, hicimos brazos. Es cierto que es lento y relajado, pero estaba tan cansada que no aguantaba los brazos arriba. Me pesaban hasta las uñas. Si estaba así sin nada, como sería cuando cogiera el bastón, aiiinssssss, no puedo, no puedo (a lo chiquito de la calzada)
Y como no, llegó el bastón (Bienvenidoooooooo) Ostras, me pesaba como un garrote de yayo de pueblo de esos de 5 kilos, pero multiplicado por 20, en serio, os lo juro por las bragas de Mafalda (esto cuenta como mala expresión? jum) Y venga saltito de un lado, venga saltito de otro (desde Santurce a Bilbaaoooo, paso por toda la orillaaaaa) Y mis pies que se querían largar del cuerpo y llorar en un rincón masajeándose. Venga, vamos que nos vamos, riau riau, parecía una pastora que hubiera perdido las cabras. Duró todo 15 minutos, más o menos, aunque para mí fue más, eh? Se detuvo el tiempo, que yo lo sé, a mí no me engaña…
Cuando conseguí salir le dije a mi padre que 2 clases más así y me quedo en el chasis. Bueno, pues este lunes fue igual. Venga shimy brasileño (Yiiihaaaa, me sale siempre la vaquera que llevo dentro) esta vez lo dominé mejor, para eso soy mujer. Después brazos, olé yo, giros molino (uyyy, perdí la poca chaveta que me quedaba, qué mareo!!!), y bastón (qué guapa soy qué tipo tengo)
Eso sí, a dos compis cercanas se les escapaba su bastón y a quién le daban? Bingooooo, a la menda; y os puedo decir que un bastón o una caña volando suelto después de darle vueltas, duele, jolín que si duele; aparte que te da que pensar que si tienen algo en contra tuya y están a la caza. Allá que empezaba a sentirme una luchadora japonesa con un bastón largo...
Bueno, he sobrevivido a dos lunes intensivos de shimy y bastón. Para una fibromiálgica fatigada es más que un logro
PD: Empiezan a caérseme los pantalones
Es cierto que lo primero que me dicen los médicos es un NO, grande, rotundo y existencial para o hacer nada. Pero claro, yo es que soy como las niñas chiquitas, qué si me dicen que no a algo, allí que me tiro yo de cabeza a hacer todo lo contrario. Así que me apunté a clases de danza oriental hace una año y medio!!! Y aunque a trancas y barrancas, faltando algunos lunes, estoy en Avanzado I. No es que baile espectacular, nooooo, pero consigo plantarle cara a mi cuerpo, y decirle aquí estoy yo!!!
Todos los lunes me levanto (hasta la 13:30 no empiezan los días para mí en otoño-invierno, vamos, que no soy persona antes de esa hora), con las palabras “No voy” en la boca y luego el pensamiento zumbando como una mosca cojonera (ops, taco, perdón) con el “Voy – no voy, voy – no voy”. Es que pienso en pintarme, peinarme, vestirme, bajar los 4 pisos de escalera, llegar a la parada del bus, subir a este 45 minutos, baja, sube un poco de calle, entra en la academia, cámbiate el top, ponte el pañuelo, baila una hora más o menos con tute incorporado, suda, cámbiate de nuevo, vuelve a la parada, 45 minutos de vuelta y las malditas escaleras de subida con más dolores de lo normal y cansancio, uuuaaaaah!!! Me estreso antes de tiempo y me entra la fatiguita… pero lo peor de todo esto es que me ahogo durante 2 horas y media o más con mis pensamietos, y a las 16h, automáticamente la mayoría de los lunes, estoy ejecutando toda esa lista en el mismo orden, con la misma conversación de machaqueo entre mi cabeza y yo. Alguien sabe de algún tapón para ponerlo en mi cerebro y que guarde silencio cuando debe, a ver si así aprende y me deja tranquila!!!!
Una vez conseguido la mitad de todo esto, o sea, estoy en la academia, aquel lunes me dio por volver a preguntarle a Jelila como era el shimy brasileño (si, si, existe uno que se llama así), que di clases con ella y se me había olvidado; eso sí, yo ya le había dicho que no lo había hecho antes. Una de mis compis se quedó a cuadros porque tampoco sabía cual era ese shimy (veeeees, no era la única que andaba perdida, ainnssss, que tengo pérdidas de memoria, pero tantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas). Aunque me podría haber mordido la lengua, esta compi, al abrir la puerta nuestra profe Munique, le soltó lo del shimy brasileño y ella dijo que si que se había practicado (un lunes de los que no había ido, cómo no!!!) y allí que se puso ella, después de los estiramientos y un poco de clase, con ese pedazo de turbo de shimy brasileño, y encima con 3 marchas (ni que fuera un coche)…
Golpe de caderas para un lado y otro, levantando un poquito los pies alternados a cada golpe. En primera marcha, plana, de narices, el segundo más rápido como que el cuerpo ya empieza a decir que no, y bueno, en tercera y en puntas, juuuuuurrrrrrrrrrr, non capisque nienteeeee!! Qué dolor en las plantas de los pies, los dedos estaban contracturados, el corazón a toda castaña con pinchazos. Desplaza para un lado, ahora para otro, de espaldas con el culete todo mono, y mis pies que noooooooooooooooo. Dolor, dolor, dolor dolor, ticoticotico, hala a ritmo batucada, toma ya!!! Vamos juntos a una, en primera de nuevo (yuuuhuuuu) en segunda (uy uy uyyyy) hala venga de nuevo la tercera (noooooooo) Que chorretones de calor por la frente y el cuerpo, arf arf
Acto seguido, sin recuperar aire en mis pulmones, hicimos brazos. Es cierto que es lento y relajado, pero estaba tan cansada que no aguantaba los brazos arriba. Me pesaban hasta las uñas. Si estaba así sin nada, como sería cuando cogiera el bastón, aiiinssssss, no puedo, no puedo (a lo chiquito de la calzada)
Y como no, llegó el bastón (Bienvenidoooooooo) Ostras, me pesaba como un garrote de yayo de pueblo de esos de 5 kilos, pero multiplicado por 20, en serio, os lo juro por las bragas de Mafalda (esto cuenta como mala expresión? jum) Y venga saltito de un lado, venga saltito de otro (desde Santurce a Bilbaaoooo, paso por toda la orillaaaaa) Y mis pies que se querían largar del cuerpo y llorar en un rincón masajeándose. Venga, vamos que nos vamos, riau riau, parecía una pastora que hubiera perdido las cabras. Duró todo 15 minutos, más o menos, aunque para mí fue más, eh? Se detuvo el tiempo, que yo lo sé, a mí no me engaña…
Cuando conseguí salir le dije a mi padre que 2 clases más así y me quedo en el chasis. Bueno, pues este lunes fue igual. Venga shimy brasileño (Yiiihaaaa, me sale siempre la vaquera que llevo dentro) esta vez lo dominé mejor, para eso soy mujer. Después brazos, olé yo, giros molino (uyyy, perdí la poca chaveta que me quedaba, qué mareo!!!), y bastón (qué guapa soy qué tipo tengo)
Eso sí, a dos compis cercanas se les escapaba su bastón y a quién le daban? Bingooooo, a la menda; y os puedo decir que un bastón o una caña volando suelto después de darle vueltas, duele, jolín que si duele; aparte que te da que pensar que si tienen algo en contra tuya y están a la caza. Allá que empezaba a sentirme una luchadora japonesa con un bastón largo...
Bueno, he sobrevivido a dos lunes intensivos de shimy y bastón. Para una fibromiálgica fatigada es más que un logro
PD: Empiezan a caérseme los pantalones